Ruido.

10/04/17

La gran belleza de un tuit

¿Es tan difícil encontrar la belleza? Ese instante fugaz, frágil, como adivinó Ovidio, se nos niega a diario en medio de tanto ruido y tanta furia. Asoma cuando menos te lo esperas. Según Borges, la belleza y la felicidad son más frecuentes de lo que sospechamos. “No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso”, escribió a los 86 años en el prólogo de “Los conjurados”. La belleza, sostiene Borges en su último libro, no es privilegio de unos cuantos nombres ilustres. Puede aparecer a la vuelta de la esquina, en cualquier poema, en cualquier tuit.

Es difícil encontrar la belleza en este océano de palabras insondable e inabarcable que es Internet. Si desplegamos las redes no recogemos más que ruido y repetición. Vanidad disfrazada de originalidad. Hasta que se obra el milagro. Puede ocurrir todos los días o puede tardar semanas. Es conveniente abstraerse de los Trending Topics, abandonar la estela de los flautistas de Hamelín (ahora llamados tuitstars) y aguardar a que surja la magia.

Es lo que me ocurrió una mañana de enero en Madrid. Una amiga editora, Ana Bustelo, estaba perdida entre la niebla en el parque del Retiro. Decidió escribir un tuit.

La foto era bellísima y el texto la mejoraba. Así se compone el tuit perfecto, pensé enseguida. Digno de figurar en el Prado junto a alguno de sus brueghel. ¿Se atrevería el nuevo director, Miguel Falomir a que un tuit dialogara con un cuadro? La fotografía jamás ha pisado el edificio de Juan de Villanueva. Todo llegará.

Escribo y leo a diario cientos de tuits. Unos los compongo con más fortuna, otros son más planos. Como cuando redactaba noticias y guiones. Leo en Twitter cosas bellísimas. Increíbles por su poder de evocación, condensado en 140 caracteres y 1.024 x 512 píxeles. Me ocurre con frecuencia en las cuentas de los ilustradores y diseñadores gráficos. Sara Fratini es una de ellas. Una mujer capaz de tuitear algo hermoso hasta un sábado por la tarde.

Seguid a los artistas, a los poetas, a los directores de arte y a los diseñadores. Encontraréis el paraíso en cada esquina. Como ese día de marzo en que María Popova se despierta en Brooklyn y pinta un tuit para sus 700.000 seguidores.

Cuando os acostéis con el móvil, bajad el volumen y abandonaos a la belleza fugaz que os regalan personas como Ana, Sara y Maria. Probad a emularlas. A veces pienso que Neruda, si viviera hoy, recorrería Isla Negra armado con una Leica para enviarnos al atardecer un verso de 140 caracteres.

“Puedo escribir los tuits más tristes esta noche”

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