Antiguamente, cuando un niño venía al mundo solían ocurrir dos cosas: o bien los abuelos le abrían una cuenta en el banco o el padre forofo le hacía socio del club de toda la vida. También estaban los bebés que llegaban con un pan debajo del brazo. Pero todo quedaba en familia. Los asuntos privados eran privados. Inscripción en el Registro Civil y, como mucho, una nota en los “Natalicios” del periódico local. Ahora no. Nos gusta compartir la felicidad.
¿Es niño o niña? La reputación digital comienza con la ecografía.
Si vas a tener un hijo o acabas de ser mamá o papá, debes saber que su reputación comienza a labrarse en la cuna. ¿En la cuna? Algunos niños comienzan a sumar likes en la primera ecografía.
La legislación prohíbe que un menor de 16 años, o de 18 según el país, abra un perfil en una red social. Pero los padres miran para otro lado porque leyes y costumbres no siempre van de la mano. De hecho, son ellos mismos los que publican las ecografías en Twitter, abren álbumes en Facebook e Instagram y hasta blogs para contar su experiencia como padres y madres.
La reputación digital, por tanto, es una responsabilidad compartida entre padres e hijos. Igual que anotamos con precisión suiza el calendario de vacunación o que diseñamos la estrategia para inscribir al bebé en su futuro colegio, también podemos aventurar una hoja de ruta para construirle una reputación. Vamos a daros aquí unas pistas. Medio en broma, medio en serio, pero nos acercaremos al objetivo.
10 consejos para forjar una buena reputación digital de nuestros hijos
1. Lo relevante es lo que aportamos a la red, no lo que bajamos. Es el mandamiento número uno. No seamos simples consumidores de información y de entretenimiento. Nuestra reputación se construirá a partir de lo que subamos a la red a lo largo de nuestra vida. Va a quedar registrado. Acostumbrémoslos desde pequeños a compartir contenidos de calidad, no solo a bajarse programas, juegos, vídeos y canciones. Predica con el ejemplo: sube a la red con criterio y ellos aprenderán de ti.
2. A la hora de elegir el nombre de tu hijo o hija, piensa en su posicionamiento SEO. Si se apellida Pérez González, quizá sería bueno anteponer algo original, en lugar del clásico Manuel, o empezar a usar con él un acrónimo o seudónimo en redes: ManuPG. Ahora en serio: esos apodos o seudónimos los empiezan a usar los chavales a edad temprana, para registrarse en redes o abrir cuentas de correo, así que no nos lo tomemos a broma. Antiguamente nos invitaban a diseñar una firma original que, según nos decían, mantendríamos de por vida. Ahora toca hacerlo con la firma digital.
3. Piensa en serio en su educación digital. Le apuntas a los scouts, a clases de baile, a teatro, ajedrez, piano y judo. Enséñale competencias digitales: sonido de calidad, fotos bien hechas, edición de vídeo, textos bien redactados. Los cursos de fotografía y de vídeo deberían ser asignaturas obligatorias desde Educación Infantil. Mientras no lo sean, refuerza esas competencias digitales con tus hijos.
4. Educa el buen gusto, el estilo, la creatividad. No solo importa la técnica. También el fondo de lo que se sube. Las cosas siempre bien hechas y con el estilo que uno les quiere imprimir. Cuanto más originales y creativos seamos, mejor. No les habituemos desde pequeños a copiar y pegar, a ser como los demás, a seguir a la masa. Think different, be different.
5.La ortografía es un must en la era digital. Vivimos, paradójicamente, en una era alfabética. Nunca se escribió tanto, pese a que auguraban el final del texto, de los libros o los periódicos. Tan importante es publicar una buena foto como escribir un buen tuit o un post de calidad. Teclear con corrección es nuestra primera carta de presentación en sociedad. Y siguiendo unas normas de cortesía: desde dar las gracias a pedir disculpas o advertir de un error con humildad.
6. La vida digital es más bonita al aire libre. Escribir un tuit, ver una película, volar un dron o hacer una foto es infinitamente más divertido cuando se hace en la calle y en el campo que entre las paredes de una casa. Los contenidos que subimos a la red también lucen más cuando se ruedan en exteriores. Así que a jugar (también digitalmente) a la calle, como toda la vida.
7. La red es algo más que futbolistas y modelos. Digamos siempre “no” a las recomendaciones de seguimiento que nos ofrecen y les ofrecen las redes sociales. Busquemos figuras interesantes a las que seguir. Cristiano Ronaldo o Adriana Lima pueden estar bien para curiosear un rato, pero es más divertido seguir a gente que aporta cosas, sea un youtuber, una escritora o un emprendedor.
8. Una comunidad de amigos y followers de calidad. El número de Dunbar, del antropólogo británico Robin Dunbar, puede ser una buena referencia. No podemos tejer una red de más de 150 amigos. Fuera de esa cifra estamos hablando de un crecimiento artificial que debería responder a un objetivo. No les obsesionemos desde pequeños con ser los “más queridos” en Facebook o Instagram. ¿Cuántos seguidores de verdad importantes para ti tienes? Esa es la pregunta que hay que hacerse.
9. El mundo no se reduce a Wikipedia y Google. Una de las competencias digitales básicas es aprender a buscar información. No van a necesitar memorizar. Como decía Umberto Eco, más importante que saber quién es Napoleón es saber encontrar la mejor respuesta en cinco segundos. Enséñale a usar las herramientas avanzadas de búsqueda de Google y a usar la Wikipedia de forma crítica y no solo para consultar contenidos sino también para subirlos. Ser editor junior de Wikipedia puede ser el comienzo de una gran carrera digital.
10. Todos estos mandamientos se resumen en uno: predica con el ejemplo. No digas una cosa y hagas la contraria. Si el móvil no se usa en la comida, no lo uses en la mesa. Si no se insulta en las redes, no te calientes tú en Twitter. Tu niño o niña hará lo que vea en casa. Así que empieza por aplicarte este decálogo en tu vida diaria.
Y un consejo de regalo: organiza de vez en cuando un día de los móviles caídos. Hay días en que no nos lavamos el pelo, que no trabajamos, que no estudiamos, que no vemos la tele, que no cenamos, que no estamos para nadie, que no caminamos… ¿Por qué no puede también haber momentos, viajes, fiestas sin móvil? Nos sorprenderemos de la cantidad de cosas que se pueden hacer sin un selfie y un whatsapp de por medio.